Los programas tradicionales de educación financiera tienen, en el mejor de los casos, un impacto mínimo sobre la capacidad financiera de los receptores. Al menos eso es lo que nos dice la investigación. Sin embargo, la gran mayoría de tiempo y energía que se contribuye a mejorar la capacidad financiera en todo el mundo se canaliza a través de métodos tradicionales. Tuve la oportunidad de mirar más de cerca y de contribuir a un país que está enérgicamente tratando de mejorar la capacidad financiera: Colombia.
El Gobierno colombiano reconoce que el nivel promedio de alfabetización y capacidades financieras en el país es bajo, especialmente entre las comunidades rurales y de bajos ingresos (como lo demuestra un estudio conjunto de la CAF y otros en varios países sudamericanos) y que los programas implementados han sido insuficientes para abordar la cuestión. Sin embargo, el país está preparado para el cambio.
A mediados de este año, el Gobierno colombiano lanzó su Estrategia Nacional de Educación Económica y Financiera, con el apoyo del Banco Mundial y la CAF. El Center for Financial Inclusion (CFI) recientemente tuvo la oportunidad de llevar a cabo seis talleres diseñados para ayudar a transitar esta estrategia del papel a la realidad, y en el proceso, repensar el paradigma de la educación financiera tradicional. Los talleres tuvieron como objetivo el dotar tanto a los encargados de formular políticas públicas como a los profesionales del sector financiero de Colombia con el conjunto adecuado de herramientas y conocimientos para diseñar nuevas intervenciones más eficaces que se centren en la creación de cambios de comportamiento duraderos para mejorar la capacidad financiera y, últimamente, la salud financiera de los colombianos.
Reconociendo el tamaño y la magnitud del desafío, el Gobierno colombiano ha involucrado a una enorme variedad de actores para ayudar en la implementación de la tarea. El Banco de la República, con el apoyo de Banca de las Oportunidades, un programa gubernamental enfocado en la inclusión financiera, facilitaron la organización de los seis talleres, cada uno de los cuales tuvo duración de un día y medio y contó con la participación de diversos grupos de jugadores que participan en la implementación de la estrategia de educación financiera.
Dichos participantes incluyeron organismos gubernamentales encargados de desarrollar la estrategia nacional, tales como representantes de los Ministerios de Educación y Hacienda, el regulador financiero y la agencia de desarrollo social – Prosperidad Social, así como del Servicio Nacional de Aprendizaje - SENA y otros organismos involucrados con la población vulnerable. Los talleres para el sector privado también incluyeron representantes de bancos comerciales, instituciones de microfinanzas, cooperativas de ahorro y crédito, compañías de seguros y fondos de pensiones y sus gremios, así como instituciones que promueven la superación de la pobreza, el desarrollo rural y la reintegración social y económica de las personas víctimas del conflicto.
El desafío que enfrentan estos actores es transitar de la entrega de programas de educación financiera a través de métodos de educación financiera tradicionales basados en transferencia de conocimiento hacia la creación de capacidades financieras, que se centra en el cambio de comportamiento y la salud financiera del cliente como estado final.
La investigación que soporta el cambio a un enfoque informado por el comportamiento es abundante. Durante la última década, se ha realizado una gran cantidad de investigaciones en todo el mundo que evalúa el impacto de los programas tradicionales de educación financiera. Al presentar este cuerpo de investigación durante el primer taller, el Dr. Julian Jamison, Economista Senior de Comportamiento del Banco Mundial, señaló que el impacto medido de los programas tradicionales de educación financiera sobre la salud financiera de los beneficiarios es mínimo.
La creación de capacidades financieras es una metodología relativamente nueva para el diseño de intervenciones de salud financiera más eficaces. El CFI define la capacidad financiera como la combinación de conocimientos, habilidades, actitudes y comportamientos que una persona necesita para tomar decisiones financieras sólidas que apoyan su bienestar. Como alternativa a los enfoques tradicionales de educación financiera, la metodología de capacidades financieras se diseña alrededor de siete principios informados por el comportamiento desarrollados por el CFI después de un estudio a profundidad realizado en 2015 que revisó diversas intervenciones de educación financiera con estudios a profundidad en México y la India.
Este conjunto de principios ofrece recomendaciones concretas para influir en la generación cambios de comportamiento sostenidos en los clientes con un enfoque en intervenciones sencillas y a la medida que involucran a los clientes "en el momento preciso" con consejos fáciles de recordar, “empujoncitos” y reglas básicas.
Los enfoques orientados a la acción son especialmente importantes para llegar a las personas que no se sienten cómodas con el aprendizaje académico, y las intervenciones deben responder a las características y circunstancias únicas de las poblaciones a las que apuntan. Es por eso que la Estrategia Nacional de Educación Financiera de Colombia está siendo implementada a través de seis grupos de trabajo distintos, (Subcomisiones técnicas de la Comisión Intersectorial de Educación Económica y Financiera), cada uno dirigido a un segmento de población diferente: educación formal, etapa actica, población vulnerable, microempresas, previsión del retiro y protección de la vejez y medición y evaluación.
Durante los talleres, los participantes tuvieron discusiones centradas en comprender a las poblaciones objetivo de las intervenciones de educación financiera en Colombia: sus rutinas diarias, sus limitaciones, los desafíos que enfrentan y, más ampliamente, las barreras de conducta inherentes a las que se enfrentan todos los seres humanos al intentar establecer hábitos más saludables en su vida cotidiana.
Es fácil ver la necesidad de nuevos enfoques, pero no es tan fácil identificar las innovaciones que funcionan. En los próximos meses, el CFI continuará trabajando con los representantes de los sectores público y privado involucrados en la implementación de la estrategia de educación económica y financiera para identificar maneras de hacer que los programas existentes sean más efectivos, así como todo tipo de intervenciones que se centren en cambios de comportamiento.
Agradecemos el generoso apoyo de la CAF que nos permite contribuir a este apasionante desafío.
Esperamos compartir más detalles sobre los avances a futuro.
Por Pablo Antón
Gerente de Investigación, Center for Financial Inclusion – (CFI).